- El hombre de rodillas en fervoroso rezo, lleno de congoja, angustia y ansiedad le suplicaba a Dios:
- Señor haz que mi mujer cambie, te prometo que si mejora su carácter, yo seré feliz.
Con mi jefe, haz que no sea tan déspota y criticón y yo seré, te lo prometo, feliz. - A mis hijos, tú los conoces mejor que nadie, haz que no sean soberbios y que por fin sean obedientes y hagan lo que yo les mando, y te aseguro que yo seré feliz.
- Hoy mi país, tan robado y corrupto con tantos políticos que lo han saqueado eternamente, cámbialos por favor y yo seré feliz.
- Señor mío haz que los servidores públicos, policías, inspectores ya no sean tan rateros y te aseguro que con eso me harás feliz.
Finalmente Señor algunos detalles más: - Que mejore mi salud.
- Que me aumenten el sueldo.
- Que pueda cambiar mi carcacha por un cochecito nuevo.
- Que pueda comprarme una casita de campo aún cuando sea pequeñita.
Y por último, que me saque la lotería aún cuando no sea mucho y te prometo que con estos pequeños cambios finalmente seré feliz.De pronto se escuchó un trueno en el silencio de la abovedada iglesia y cayó una viga desde lo alto que se estrelló contra su cabeza matándolo en ese instante, y una voz de lo más profundo pronunció una sonora frase: “Ahora si, serás feliz.”No esperes a que las circunstancias cambien para alcanzar la felicidad, tienes que asimilar que la felicidad es una decisiónLos Líderes auténticos no son víctimas de las circunstancias, ellos crean su propia circunstancia y han aprendido a ser felices con lo que tienen y saben que ellos son los únicos propietarios de sus emociones, no dependen de los demás, han aprendido a vivir el aquí y el ahora y además en medio de la adversidad han aprendido también a sonreír.
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